martes, 27 de abril de 2010

Paula

Si has llegado hasta esta página de casualidad y no sabes de que va te recomiendo que empieces por el principio.



11 de abril
Barcelona 05:20


- Santa madonna, te ha dejado aún más feo de lo que eras. Jajajaja

- Calla, maldito spageti, ha sido mala suerte.

- Eres muy blandito francés, si el pobre patea como niña.

El gigantón rubio me miró por el retrovisor.

- Perdón ... pero pateas como niña.


Para aquellos 3 hombres nosotros sólo éramos un trámite, otra más de una infinidad de misiones. Y eso se notaba en su familiaridad, en la forma de hablar, pero sobre todo, en cómo nos ignoraban. Estabamos en el mismo vehículo pero parecía que estábamos a miles de kilómetros de distancia, casi en planetas diferentes.

- ... pobre teniente que tiene que ir con el polaco, vaya rollo que le estará soltando.

- Estará con sus estampillas de santos, como siempre ... no sé porque no es cura.

- Va intentar, pero lo echaron de seminario por problema con otro cura.

- Que pena que no se hubiese quedado ...

El gigante rubio conducía, a su lado estaba el hombre al que le había roto la nariz, que aún sangraba abundantemente. Paula y yo estábamos en la parte trasera, acompañados por un tercer hombre. Tenía un ligero acento italiano y no dejaba de sonreír.

- ¿A dónde nos dirigimos? - le espetó Paula.

- No se preocupe señorita Fernández, vamos a un sitio seguro.

- No es Fernández, es Fernándes, pero ¿cómo sabe mi nombre?

- Scusi señorita Fernándes. No se preocupe, ahora están a salvo.

- ¿Cómo que AHORA? - pregunté yo.

- Cuando lleguemos le darán todas las explicaciones que necesiten señor López. - me contestó zanjando la conversación.

Paula apretó mi mano. Yo la miré. Tenía el gesto serio y tranquilo de siempre. Asentí para que supiera que me había llegado su mensaje tranquilizador.

En aquel coche con dirección a algún lugar extraño, con 3 desconocidos armados, Paula era lo único que tenía.

Sus años como abogada le habían endurecido el carácter, había pasado por muchos clientes, por cientos, tal vez miles de casos. Había ganado muchos, pero los que no olvidaba era los que había perdido. Los afrontaba todos con pasión y siempre ponía lo mejor de sí misma.

Muchas veces se había negado a defender a clientes que sabía que eran culpables.

"A ese hijo de puta yo no lo defiendo, que lo haga otro. Tienes unos cuantos lameculos que se darán de hostias por defender a esa basura".

Cuantas veces le habré oído decir eso a su jefe. Y él siempre la intentaba convencer con lo mismo:

"Pero Paula, no seas así, ¿sabes la pasta que nos va a pagar?"

Entonces era cuando Paula lo machacaba:

"¿Y qué hago con mis principios Jose? ¿Me compro otros? ¿Como hiciste tú?"

No había respuesta para eso, Paula sabía que el mundo estaría mucho mejor sin indeseables en las calles, así que su jefe siempre claudicaba, porque sabía que ella era muy buena haciendo su trabajo, seguramente la mejor de la ciudad, y no la quería perder.

Si hubiese aceptado casos como esos su carrera hubiese sido otra. Tal vez seríamos ricos, o por lo menos viviríamos mucho mejor. Pero a mí eso me daba igual. A mi me gustaba tal como era: honrada, responsable, directa, dura cuando tenía que serlo, pero también dulce, cariñosa con los que la queríamos...

Ahora era yo el que apretaba su mano. Ella esbozó una sonrisa.

En este momento difícil era una suerte tener a mi lado a alguien como Paula.


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jueves, 15 de abril de 2010

Todo en su momento

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11 de abril
Barcelona 05:15


- Cariño, cariño, ¿estás bien?

La voz de Paula me llegaba desde muy lejos, como si me encontrase en el interior de un pozo muy profundo.

- Cariño...

- ¿Qué ha pasado? - fue lo único que fui capaz de decir. Me dolía todo el cuerpo pero especialmente los brazos y las piernas.

Estaba en el suelo, con Paula a mi lado y 4 hombres vestidos de negro rodeándonos. Todos iban armados. Otro de ellos estaba apoyado contra la pared, sangraba por la nariz.

Uno de ellos empezó a hablar. No era mucho mayor que los demás pero se notaba que era el que daba las órdenes.

- Sabíamos de sus conocimientos de artes marciales señor López, pero no esperábamos que fuese capaz de dejar fuera de combate a un agente de la Interpol. Enhorabuena. - sonrió con displicencia.

- ¿De la Interpol? ¿Pero de qué coño va todo esto? - Me intenté incorporar pero me fallaban las fuerzas.

- Tranquilícese ...

- Cómo quiere que me tranquilice si me acaban de freir como a una mosca, me cago en...

- No hay tiempo para explicaciones, por favor, vístanse y acompáñennos.

- No pienso ir a ningún sitio, pero que coño os habéis creído.

- Le repito que no hay tiempo para explicaciones, por favor, no nos obligue a usar la fuerza.

- No te jode, será que no la habéis usado ya.

- Tenemos que irnos. Señor Schwart, por favor, ayude a levantarse al señor López.

Cuando el gigante rubio se acercó a mí me quedó claro que no se andaban con bromas. Sus casi 2 metros impresionaban, pero el que me levantase del suelo usando una sola mano me advirtió que no era rival para él.

No era momento de discutir.

- Tendrán que dar muchas explicaciones... - refunfuñé.

- En su momento señor López, todo en su momento.


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sábado, 10 de abril de 2010

Descarga

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11 de abril
Barcelona 05:14

BLAAAAAM!!!

- Uh, ¿qué es ese ruido?

- ¿Ha sido aquí? No te levantes cariño que voy a ver.

Un murmullo de pasos se acercaba por el pasillo.

Cuando estaba casi a la altura de la puerta, ésta saltó en pedazos. Había cuatro o cinco luces al otro lado.

Paula gritó desde la cama, estaba aterrorizada.

Una de las luces entró primero.

- No le hagáis daño, lo queremos vivo!!

"¡¡Vivo!!" Esa palabra retumbó en mi cabeza durante una eternidad.

Casi sin tiempo para pensar la primera luz se abalanzó sobre mí. Respondí por instinto porque no recuerdo ni qué hice, pero noté como mi codo chocaba contra algo y como ese algo se rompía.

Le había acertado en la nariz.

El siguiente en pasar por la puerta me agarró de la muñeca. Me zafé y le lancé una patada para apartarlo, pero debía ser muy grande porque apenas lo moví unos centímetros.

- Apártate! - gritó alguien en la oscuridad.

Entre las luces algo brillante se lanzó hacia mí. Eran los proyectiles de un táser que se clavaron en mi cuerpo como los colmillos de una serpiente.

La descarga fue muy dolorosa.


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viernes, 9 de abril de 2010

La foto

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8 de abril
París 15:45

Llevábamos todo el día caminando. Después de visitar Montmartre, habíamos bajado en metro hasta el Arco del Triunfo y desde ahí por los Champs Elysees hasta el Grand Palais y el Petit Palais.

Por fin nos estaba acompañando el buen tiempo. Después de 2 días nublados, había salido el sol. La temperatura era muy agradable y las pocas nubes que había no lograban tapar el sol.

Era nuestro primer viaje juntos, aunque para Paula no era la primera vez en París. Y menos mal que ella sabe algo de francés, porque los parisinos no es que sean muy amables si no les hablas en su idioma.

El puente de Alexander III es, sin lugar a dudas, el único que vale la pena de todos los que cruzan el Senna. Las bellas estatuas doradas que culminan las columnas de entrada y la combinación de negro y oro en el resto de ornamentación hacen de éste un puente realmente bonito. A la derecha, la torre Eiffel. A la izquierda, el Louvre, el Orsay y la Ille de la Citè. Al otro lado del puente, el imponente edificio de les Invalides.

Nos hicimos un par de fotos.

Que se vea la torre Eiffel. Y en esta, la placa con el nombre del puente.

- Venga va, o no nos dará tiempo de ver el Louvre. - dijo Paula

- Espera cariño, espera.

Aún no nos podíamos ir, porque estaba pasando algo. Algo extraño. Bonito. El tipo de cosas que te hacen esbozar una sonrisa y no sabes porqué pero te hacen sentir mucho mejor.

Allí estaban ellos. Eran una pareja joven, no debían tener más de 25 o 26 años. Él, alto y pelirrojo. Ella, morena y de piel clara. No sé si era un reencuentro o una despedida, lo que estaba claro es que para ellos el tiempo se había detenido y estaban solos en el universo.
No hablaban, susurraban. No se tocaban, se acariciaban. Casi no se miraban, no les hacía falta, sabían perfectamente como era la cara, las manos, el cuerpo del otro.

No me pude resistir, me salió el punto vouyer que todos tenemos. Tuve que quedarme a mirarlos.

Se miraban, se besaban. Para ellos no había ni nadie, ni nada en ese puente. En ese momento.

Paula se me acercó.

- Desde cuando no me besas así. - dijo

Le sonreí, la abracé y le di un beso en la frente.

- ¿A que es bonito? - le dije. - Es como un cuadro, como una escultura. Como esa que tanto te gusta.

- ¿La de Amor y Psique?

- Sí, esa.

- Voy a hacerles una foto.

- No seas cafre, que te van a ver.

- No te preocupes mujer, que no se van a enterar.

No soy un gran fotógrafo, pero me gusta hacer fotos originales. Entre mis fotos nunca verás una aguantando la torre de Pissa o sosteniendo en la palma de la mano una de la pirámides de Giza. Prefiero hacérselas a una estatua en la que nadie se fija, pero que en ese momento, para mí, tiene algo especial.

Puse la cámara a la altura del pecho. Apunté y apreté el disparador sin mirarles. La luz era perfecta, el encuadre no estaba mal para haberla hecho sin mirar. Pero lo mejor eran ellos. En ese momento tenían la frente apoyada en la del otro. No se miraban, sólo sentían. Parecía que estuviesen posando, porque era una foto de concurso. Ese tipo de fotos que al cabo de años todos recuerdan.

Ahora sí, ya nos podíamos ir. Ya tenía la foto.



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jueves, 8 de abril de 2010

Tres y una en la recámara

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15 de abril
Puerto de Amsterdan 03:24


La cosa estaba jodida, ellos eran 5 y yo estaba solo.

Arnaud, el gorila que la Interpol puso para protegerme estaba muerto. Un disparo le había entrado por la frente. Su cara había quedado girada hacia mi y sus ojos verdes no dejaban de mirarme. Pobre desgraciado, no era muy inteligente pero me había salvado el culo unas cuantas veces en estos últimos 4 días.


- Don't hide Mr. Lopeesss. We will found you!!! - grito J desde el otro lado de la puerta.

- What do yo want for me? - le contesté mientras pensaba qué hacer.

- I only want to kill you!!


Bueno ... al menos era sincero, aunque su respuesta era de sobra conocida por mí. Llevaba 4 días persiguiéndome por media Europa, y esta vez me tenía acorralado.


- But, why? I do nothing ... don't fuck me.

- Oh, Mr. Lopeess is a bit complicated to explain, but I NEED to kill you ... is only bussiness. You discovered my identity. Well, It's not personal.

Que no es personal, la madre que lo parió.

Tenía que hacer algo porque no iban a tardar mucho en entrar. La nave era bastante grande, pero si me quedaba en el mismo sitio acabarían por encontrarme, así que si quería seguir con vida tenía que buscar una salida.

Me arrastré hasta el cuerpo de Arnaud y cogí su pistola. Era una Beretta de 9 mm. Por desgracia, la Intepol no me dió un arma a mí también, dijeron que como no era policía ni militar iba a tener muchos problemas si me la descubrían.

Uno de ellos cruzó la puerta a la carrera y se agachó detrás de uno de los grandes palets que había en la entrada.

Ya estaba hecho, venían a por mí e iban a matarme.

Saqué el cargador y conté las balas. Tres y una en al recámara ...





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Prólogo

Este blog nace con la necesidad única y exclusiva de hacerme pasar a MI un buen rato escribiendo. No pretendo que lo que haya aquí sea una obra maestra (si lo fuera me estaría dedicando a escribir y firmaría libros el día de San Jordi en vez de comprarlos), son solo cosas que se me van ocurriendo.

Espero que también sirva para que los días de insomnio de mi amigo Popo no tenga que leer mi blog de programación y por lo menos entienda lo que escribo.


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Si no te gusta, pues lo siento. Hay millones de páginas en internet, elige otra.

Si vas a hacer algún comentario en plan: "Esto es una mierda, es una copia de ..." Hazme un favor, ahórratelo. Apaga el ordenador y búscate un amigo.


Empezamos ...

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